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Las chicas rosa

por: Iván Thays
Bob Harris regresa
Estoy de acuerdo con aquellos que piensan que Flores rotas podría ser la continuación de Perdidos en Tokio, en especial por la presencia silenciosa de Bill Murray (el famoso Mr. Bob Harris de Tokio). Sí, la verdad que es como ver "LOST IN TRASLATION 2: Lo que hice después de volver de Japón". No me quejo, pero espero no tener que volver a ver a Murray en una película con esa media sonrisa, el laconismo y la mirada escéptica y divertida sobre sí mismo incluso en los peores momentos. Se agotó el recurso.

Algo perdurable
No tiene pierde una película en la que un sujeto intenta recuperar su pasado visitando a las novias que fueron. El recurso ya me había gustado incluso en una película menos interesante como Alta fidelidad (basada en la novela homónima del melómano Nick Hornby). Todos sabemos, desde que empieza la película, que Don Johnston (Bill Murray) es un hombre egoísta, incapaz de concretar una relación o establecer un compromiso. Se lo grita la rubia que lo abandona con una maleta rosa. Lo dice además la película que ve justo en el momento que ella se va: ni más ni menos que "Don Juan". Pero, sobre todo, eso queda clarísimo en la ansiedad por creer que es cierto aquello que ofrece una ridícula carta rosada sin firma (que podría, al fin, ser una broma de su entusiasta vecino etíope), es decir: un hijo. Parece preguntarse: ¿Puede un hombre desidioso y anodino, que ha hecho su fortuna en un rubro tan antiséptico y deshumanizado como la tecnología y los sistemas informáticos, haber creado un ser vivo, algo verdadero, real? ¿Pude haber contribuido en algo a la humanidad originando una vida? es decir, ¿pudo la fugacidad de mis sentimientos originar algo perdurable, un eslabón más en la cadena de la vida? Si pudo hacerlo, si ese milagro ha sucedido desprevenidamente, él quiere averiguarlo. Es todo. Un planteamiento simple pero lleno de consecuencias.

Amores encontrados
Lo más logrado de la película, sin duda, es la manera como nos muestra los vestigios que esas relaciones furtivas dejan a su paso, estas chicas-rosa, todas rubias y de piernas largas, de personalidades distintas pero todas víctimas, cada una a su hora, del escepticismo de Don. Si no nos había quedado claro antes, luego de ese tour sentimental debe resultarnos obvio que Don Johnston, pese a su frialdad y aspecto inofensivo, fue un tornado cuyo egoísmo devastó la vida de las mujeres que amó. Cada una a su manera, pero todas viven ahora tratando de no quedar más lastimada por los pedazos rotos que les dejó Don (bueno, una ya ni siquiera vive, la pequeña Sherry, a quien le lleva flores a su tumba). Laura (simpática Sharon Stone) se ha convertido en una mujer que se acuesta con cualquiera, una casquivana que entrena a su hija para ser su idéntica, la eterna chica fácil demasiado boba para darse cuenta de que Don es el culpable de su inestabilidad. Dora (Frances Conroy), en cambio, se aferra con todas las fuerzas que su timidez le permite a su matrimonio con un hombre que es el opuesto radical de Don: el sujeto ha nacido para asumir compromisos, hace proyectos laborales, vacacionales y hasta de fin de semana con su esposa, muestra álbumes de fotos, invita a cenar a los ex novios, decora la casa como un catálogo de inmobiliaria (contra el minimalismo ascéptico de la casa de Don). Por otro lado, Carmen (Jessica Lange) opta por la evasión de la realidad, aquel mundo "espiritual" y new age donde se comunica con perros, gatos e iguanas y busca la protección de una secretaria de pantorrillas preciosas y rostro de sargento (magnífica Chloe Sevigny), y sus obvias resonancias lésbicas. Finalmente, Penny (Tilda Swinton) convertida en una vagabunda, una iracunda cowgirl de casa polvorienta a mitad del camino, protegida por sus novios mecánicos y motociclistas, una mujer violenta que no teme decir explícitamente lo que ninguna otra le ha dicho -aunque todas, de alguna manera, se lo hacen notar-, es decir que es culpable de convertir a estas mujeres en minusválidas emocionales. Es Penny la que nos da la exacta medida de Don: un hombre egoísta, ensimismado, incapaz de ofrecer estabilidad y compromiso, evasivo y cobarde (le recuerda a Penny que fue ella quien terminó con él) pero, al mismo tiempo, dueño de una fragilidad y cierto aire cínico que terminó enamorando a esas mujeres guapas (incluida la dulce florista que se apena de sus heridas) de manera inverosímil.

Don Juan o Don Johnson
¿Inverosímil dije? Todos nos preguntamos cómo puede ser verosímil que un sujeto tan desaprensivo y silencioso pueda ser considerado un Don Juan y, sobre todo, conquistar mujeres tan guapas. El mismo Jarmush es consciente de eso y lo resalta en aquella broma recurrente con los homónimos, Don Johnston confundido siempre con Don Johnson (su antítesis visual: el activo, musculoso y bronceado seductor policía de Miami Vice). Como sea, quizá habría que volver a ver Perdidos en Tokio para conocer de cerca el modus operandi de este tipo raro de imprevistos donjuanes: simpáticos, divertidos, frágiles, despistados, cómplices, irónicos. Todo un arsenal de trucos detrás de ese silencio. Una naturaleza que consigue enamorar a mujeres solitarias y con necesidad de meter en su vida hombres menos agrevisos, menos ambiciosos, como la esposa del fotógrafo de moda que interpreta Scarlett Johanson en la película de Sofía Coppola y como todas estas chicas rosas de Jarmush, que alguna vez estuvieron en su apogeo ("las muchachas en flor" de las que habla Proust) pero el amor pasajero de Don aceleró su fugacidad y las hizo madurar convertidas en flores de tallos quebrados.

Película: Flores rotas. Director Jim Jarmush. 2005

Ivan, te saludo, y te consulto si sabes como sera la participacion de Peru en la Feria Internacional del Libro de Santiago en noviembre

¿Qué de poco interesante tiene "Alta Fidelidad"?

sugiero otro nombre que omita el pop corn, sobre todo el que se come con mantequilla... y tampoco nada de usar la palabra 'ojos', ya esta muy usado. Pero, vamos, no es tan dificil buscar un nombre mejor...

saludos y lo seguire leyendo.

De un tiempo a esta parte he podido notar que Bill Murray ha decidido desarrollar papeles muy similares a Bob Harris en distintas películas.
Tal vez el primer Bob Harris (es decir, el ganador en decadencia) haya sido el Herman Blume de Rushmore. Sus demás colaboraciones en la filmografía de Wes Anderson me hacen sospechar esto aun más. Es muy probable que Murray no esté muy lejos de personificar extraordinariamente al protagonista de alguna canción de Leonard Cohen.
Felicitaciones por el blog, que continúen los buenos posts.

Propongo como nombre: "No más pop-corn!" y que sea dedicado a todos aquellos que sólo en el cine comen pop-corn.

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